El mundo de las impresoras 3D está cada vez más revolucionado y va evolucionando a pasos agigantados. Pero ya no se trata sólo de imprimir piezas de plástico u otros materiales, sino que ahora ¡se imprime comida!
Un primer ejemplo es la impresora Foodini, capaz de imprimir desde un bocata o una pizza hasta raviolis.
El principio de esta impresora es similar al de las impresoras de objetos 3D de plástico, solo que Foodini sustituye las bobinas de plástico ABS por cápsulas de acero inoxidable rellenas de diversos alimentos preparados en forma de masa (pan, carne, tomate, etc.). Por otro lado dispone de unos cabezales especiales con diferentes boquillas por donde sale la masa de los cartuchos empujada por unos émbolos y que se mueven para dar la forma concreta al alimento final. La sencillez y limpieza son evidentes.
El otro ejemplo es la impresora Chefjet, especializada en imprimir figuras de azucar, chocolate, caramelos o adornos decorativos comestibles.
El proceso para imprimir los dulces comienza con la elaboración por ordenador de un modelo tridimensional del objeto que se quiere imprimir.
Un programa informático divide ese modelo en capas, que sirven de patrones para la impresora, empezando con la capa inferior. La máquina distribuye una capa fina de azúcar que se rocía con agua. Ese proceso se repite miles de veces hasta que se han completado todas las capas y se obtiene una réplica real de azúcar glaseado del modelo diseñado por ordenador.
Aunque por ahora sólo hay prototipos, las dos empresas responsables de este gran invento pretenden comercializar estas impresoras en el transcurso del 2015. ¿Qué os parece? ¿Os compraríais una impresora de comida, o preferís seguir cocinando a lo tradicional?